Cisterna de una época tardía de la Edad de Bronce, en Jerusalén (cf. Jer. 38:6). (Departamento de Antigüedades de Israel) (1) Jeremías poseía una profunda franqueza personal, especialmente en su relación con Dios. A diferencia de los falsos profetas, no daba respuestas fáciles, sino que luchaba con Dios para asegurarse que entendía su palabra en cada situación. Esta franqueza a veces rayaba la insubordinación y aun la blasfemia: … por obra tuya, solitario me senté, porque de rabia me llenaste.
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